Pest y Buda, Buda y Pest

Vistas desde el puente de acceso a la
Isla Margarita

Se alza a orillas del Danubio recordando que tiempo atrás fue capital de un gran Imperio. El Parlamento a la izquierda en Pest, y el Castillo y el Bastión de los Pescadores a la derecha en Buda. 

Budapest me da la sensación de ser dos ciudades en una. No por el tópico histórico de Buda y Pest, sino porque es decandente de día y joya de luz de noche. Sus edificios son grandiosos, pero están poco cuidados; sus tranvías y metros son viejos pero funcionan de maravilla; y la pobreza se ve en cada esquina, pero tiene ese toque alternativo que tanto gusta, y la ciudad está llena de vida. 

Los termas de Budapest son simplemente maravillosas. Una hora a remojo entre aguas a diferente temperatura y de diferentes propiedades deja la piel, y sobretodo el alma, tan ligeras como depués de una intensa clase de yoga. En un viaje anterior, visité las de Szechenyi y me encantaron sus piscinas exteriores. Esta vez fuimos a los baños de Rudas y me fascinaron igualmente.  

Rudas Baths

Szechenyi Baths

Aunque mi visita no se haya marcado por lo culinario, os recomiendo algunas cosas que me han gustado. Para probar comida húngara me temo que no hay demasiado donde elegir para los vegetarianos. Son típicos los champiñones rebozados, la ensalada dulce de pepino, el camembert gratinado y la col. Podéis probarla en Drum Café. En general la cominda húngara es muy parecida a la checa y la eslovaca. Incluso su dulce más preciado, el Kürtőskalács, tiene su doble checo (en checo Trdelník). La variante es el precio, basante más barata la versión húngara, y la posibilidad de elegir entre varios sabores: chocolate, coco, vainilla, canela, almendras o natural. 

Kürtőskalács

Me gustó comer en Hummus, donde todo estaba buenísimo y eran muy amables. Los hay por todo Budapest, puesto que es una cadena, así que seguro que os cruzáis con alguno. También probé los Štrukle, rollos de hojaldre rellenos de patata, cebolla y pimienta. Están riquísimos, recuerdan bastante a nuestra tortilla de patata. Valen tan solo un euro, sacian muchísimo. Son de origen croata y los puedes encontrar en las tiendas Mlinar, en las cuales, por cierto, nos atendieron fatal. 

Štrukle


Donde mejor cenamos fue en Marxim, un pequeño bar restaurante que satiriza el comunimo. Está en Buda, al final de una calle oscura en la que se ve a lo lejos una gran estrella roja de neón. La carta es divertidísima y la gente que lleva el bar super simpática. Las patatas fritas y los pita están buenísimos, también las pizzas. Al iros, además de la obligada propina, tenéis que dejar vuestra huella en sus paredes, llenas de mensajes de todo tipo. 

Más que por su comida, Budapest es conocido por sus ruin bars, casi todos en Pest. El más famoso de todos ellos en Szimpla, tan alternativo como lleno de turistas. Es grande, de dos pisos, e incluso cuenta con coches en el jardín en los que podemos sentarnos a tomar nuestra cerveza. La música está muy bien y el sitio está genial para una noche de fiesta. Eso sí, a las tres de la madrugada cierra. Hablando de fiesta no puede faltar el Palinka en vuestra mesa, un licor fortísimo húngaro. 

Foto de la entrada de Szimpla,
una del interior sería spoiler 


Otros sitios para salir de fiesta son el Hello Baby, en Oktogon, o Corvitento en Blaha Lujza Ter (con su terraza y pagando entrada). También en Blaha Lujza está escondido Művelődési Szint [MÜSZI], bar al que tenéis que llamar al timbre de una vieja puerta para poder entrar (cada vez que he ido la puerta estaba pintada de diferente color). Está en el último piso y es genial para charlar un rato. También hacen conciertos.

Además de a las termas y los ruin bars hay otra parada obligatoria en la ciudad. Se trata de The House of Terror,  antigua sede nazi y posteriormente comunista, hoy en día museo que trata la ocupación comunista y nazi en Hungría. Es un museo duro, al que hay que ir preprado mentalmente para todas las atrocidades que conoceremos sobre los gulak comunistas y el exterminio nazi, pero definitivamente imprescincible. En la ciudad hay además varios puntos en memoria a las víctimas, como las esculturas de zapatos a la orilla del Danubio o el memorial en la Gran Sinagoga. 

The house of Terror
Monumento a los judios asesinados
en el Danubio

Un último consejo: comprad tickets de transporte, no viajéis sin ticket o con ticket inválido. En Budapest hay más revisores que estrellas en el cielo. 


@golditanora